la llaga

félix molina

contema sesenta

En la llaga del árbol vive el tiempo. Es la desolación del ocre, el palacio del olvido, el atardecido jardín del desecho, donde la luz se agolpa en un saco de sombra. Concéntricos, interiores, los círculos no están o circundan tan solo la ausencia. Un pabellón de envases y excrementos, una nube de cabellos y de piedras ordenan el paisaje secreto. Allí está todo y nada. Partículas del origen y constelaciones del destino.

Alguien dejó aquí, atadas a la incertidumbre, las herramientas del deshacer, la tarea lenta y silenciosa del destiempo, la jaula de lo imposible. Somos los escribanos de este hueco, llenamos a precios irrazonables la podredumbre y el vacío. En tanto nos decidimos, somos. Fuera, los brotes, el crecimiento, la prisa. Y hay como un zumbido que llega del viento recordando, muy torpe, el canto de los pájaros.

© félix molina, 2018, del texto y la…

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Pizarnik, fiel a la piedra y al viento

félix molina

Calendario fm|al 2018

Alejandra Pizarnik, poeta | n. 29 de abril de 1936

Se suman más de cuatro décadas de tu muerte, Alejandra, y sigues siendo un misterio. Uno con paredes de musgo y alas de césped. Con el mismo deseo de batirse que de cesar. Con la contradicción como velorio alegre de versos amordazados y a la vez frescos como violetas mojadas. Poco sabemos de ti, Alejandra, salvo lo que nunca terminas de decirnos. A veces quieres decirnos Algo:

noche que te vas
dame la mano
obra de ángel bullente
los días se suicidan
¿por qué?
noche que te vas
buenas noches

y terminas diciéndonos Nada:

El viento muere en mi herida.
La noche mendiga mi sangre.

Te engarzas con Rimbaud, con Trakl, con los surrealistas, hasta con Janis Joplin, hijos de la misma simiente, de la soledad pareja en búsquedas de una Emily Dickinson:

Del otro…

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Jan Fabre, el ilusionista ilusionado

félix molina

Jan Fabre | ESTIGMAS – Acciones y performances 1976–2017, CAAC

Cuando tengáis alguna duda (ética, existencial, vital), cuando os lleguéis a plantear si de verdad puede haber millones de personas en el mundo –y no me refiero a operarios– que hagan su trabajo sin el mínimo pestañeo de la inquietud, sin la zozobra de la determinación, podría ser de alguna utilidad dirigir la mirada al artista. De este Jan Fabre, por ejemplo, se tienen opiniones muy dispares, dentro y fuera del mundo del arte, pero difícilmente la sospecha de algo que no haya sido tamizado por su temperamento.

Fabre comienza de manera protestataria, tal un Rimbaud un poco más norteño (nace en Amberes, en 1958), vagante, quemando dinero, pintarrajeando todos los objetos con los que se encierra en su Bic-Art Room (1980), por apurar el juego de palabras con el Big Art. Tiene ya ese punto leonardesco de…

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