Barcelona / j re crivello// Escritor y Editor / Fundador de Masticadores
Hacer patatas fritas es una ciencia, mi Tía Rita primero las pelaba y cortaba y luego las envolvía en un saco de harina de los antiguos de panadería, y se iba al patio y las movía arriba abajo para que saliera toda el agua. Mi vecino que era uno de los Dolan le espiaba pues mi tía no tenía cuidado que en cada ir y venir de su blusa en pleno verano se desplazaba dejando que el espía gozara de unas formas atrevidas. Luego regresaba y ponía una sartén de color marrón quemada por fuera, como si a nuestra familia en cada visita al cielo nos hubieran obligado a pasar por un infierno espantoso. Luego ya caliente –vecino y aceite- las patatas bailaban, crepitaban, soñaban con el plato del niño fisgón. En aquellos años los niños comíamos en casa de las matronas de la familia y los vecinos, los vecinos…
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